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Cuando el amor es sinónimo de salvación

Hay personas que sienten que sin amor no valen nada, que no tienen nada por lo guiarse o por lo que sentirse motivadas.

Cuando rompen una relación de pareja se deprimen, se sienten indefensas, sin objetivos, sin capacidades propias para hacer frente a la vida, una vida que se ve vacía sin la existencia de otra persona a la que dedicarse y de la que recoger ese amor que es el que acaba salvando a la persona de la situación dolorosa.

Ese amor que necesitan lo recogen del exterior, normalmente de una relación amorosa caracterizada por la dependencia emocional hacia la pareja.

Pero ¿Por qué acaba desarrollándose esa dependencia emocional en este caso? Principalmente por una baja autoestima.

La elección de la pareja

Una persona que tiene una baja autoestima, que cree que no merece ser querida porque no vale para nada ni es válida para nadie se dejará escoger por otros, no será ella la que decida si quiere esa relación.

La persona no elige ni valora el futuro de esa relación, la persona con una baja autoestima es elegida por su futura pareja.

Aquella persona que la preste atención y la haga sentir todo lo contrario a lo que piensa de sí misma, será la mejor candidata para acompañar sentimentalmente a alguien que no se siente digno de recibir amor. Aunque sea la peor persona posible para establecer una relación de pareja.

La dedicación al otro

Normalmente las personas que acaban dedicando su vida en pareja a suplir las necesidades de la otra persona, no lo hacen por altruismo, sino para que el otro la vea como necesaria, como algo positivo en su vida y así la quiera.

Como la persona que se dedica a hacer sentir bien al otro, ve al otro feliz en la relación acaba desarrollando una regla máxima: si le hago feliz me querrá y no me dejará.

Cuando la persona con baja autoestima recibe cariño y atención del otro su sentimiento de valía aumenta.

Por lo que esta persona ya tiene un objetivo: dedicarse a alguien para mantener la sensación de que es importante para el otro.

Haciendo esto, la persona se ve capaz de lograr algo para otra persona. La percepción de incapacidad se despeja, ya es válida para alguien.

La percepción de que algo va mal en la relación de pareja

De repente la pareja que ha estado siendo el centro de la vida la otra persona deja de sentirse bien por lo que hace su pareja, ya no le presta atención a esa dedicación exclusiva, se cansa de ser quien debe tomar las decisiones de todo, de la monotonía de la relación de pareja y comienza a distanciarse en la relación.

La persona que no creía en sí misma vuelve a experimentar la sensación de que no es válida para esa persona, ya que no recibe cariño de forma tan continua como antes.

Algo ha debido de hacer mal para que el otro deje de quererla porque ya no es tan importante en su vida.

Aquí empieza el autocastigo pensante sobre lo que se debería haber hecho para mantener ese amor que ni siquiera se ha elegido. Normalmente ese autocastigo está cargado de culpabilidad.

El otro miembro de pareja empieza a hacer cosas por su cuenta sin contar con la persona dedicada a la relación. Entonces, esta persona vuelve a perder el motor generador de su valor, vuelve a perder los objetivos y ya no tiene nada a lo que dedicarse, el centro de su mundo está desapareciendo.

La ruptura

Finalmente el temor se cumple y la persona que no se valora confirma que no vale: de nuevo no valgo para nadie, y eso que esa persona tampoco es que valiera mucho.

En este punto la persona experimenta emociones muy fuertes que confirman su percepción de insoportabilidad del mundo sin nadie que la proteja, que la apoye y que la guíe.
Ya no tiene un espejo donde verse.
Ni siquiera se ve capaz de afrontar la pérdida de la relación y mucho menos de superarla sin el apoyo de otro amor que le salve de la ausencia de amor propio.

Relación entre la baja autoestima y la dependencia emocional

Una persona con una baja autoestima, que no cree en sí misma, que no se siente útil, que cree no tiene las capacidades suficientes como para conseguir algo por su cuenta, que no se siente con derecho a nada, es más fácil que se rechace a sí misma y que piense que necesita a alguien que la dirija en su día a día.

Una baja autoestima facilita que aparezca el sentimiento de culpabilidad cuando algo no sale como uno cree que debería salir y esa culpabilidad viene de la sensación de incapacidad para hacer bien las cosas o tomar buenas decisiones.

Al mismo tiempo, cuando una persona establece una relación de dependencia emocional, el nivel de eficacia que se percibe acerca de uno mismo disminuye, generando también una disminución de la autoestima.

Así aparece el temor al abandono o al rechazo junto a la sensación de incapacidad para afrontar situaciones cotidianas de la vida si no hay una persona de la que valerse.

El amor propio se traslada a las demostraciones de afecto de la otra persona. Si el compañero sentimental no muestra afecto o no da señales de cariño, la persona dependiente tenderá a experimentar una elevada ansiedad ante el temor de quedarse sola, así como pensamientos, emociones y sentimientos característicos de una depresión: impotencia, visión negativa del futuro, autoconcepto negativo, etc.

Mejorar la autoestima para eliminar la dependencia emocional

Si por el contrario, una persona se siente capaz de afrontar diferentes circunstancias, tiene objetivos, motivaciones y se ve capaz de cumplirlos tanto con sus defectos como con sus fortalezas, sin tener que compararse con alguien, no verá necesaria la aprobación de otra persona para sentirse bien consigo misma.

Lo cierto es que sólo hay una persona con la que estamos desde que nacemos hasta que damos el último suspiro y esa persona somos nosotros mismos, por tanto aceptarnos y comprendernos nos hará menos vulnerables a ciertas circunstancias vitales y mejorará la autoestima.

Si no nos aceptamos, si no somos conscientes de cuáles son nuestros puntos fuertes o de por donde flaqueamos un poco más, no lograremos entendernos ni podremos ser conscientes de cómo funcionamos.

En cambio el conocernos y el tener en cuenta cómo nos movemos en situaciones concretas permitirá una evaluación más realista de la situación de modo que podamos comprendernos y no juzgarnos adjudicándonos etiquetas de carácter generalista.

Escrito por Esther Blázquez Álvarez, psicóloga en Epsiba Psicología.

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