Una relación de pareja sana es aquella en la que los miembros de la relación tienen una responsabilidad afectiva mutua: en la que ambos se cuidan, se apoyan, se brindan afecto, se comunican de forma respetuosa, se escuchan activamente, se comprenden.
Una relación de pareja sana es aquella en la que sus miembros se comprenden y respetan a pesar de sus diferencias, sabiendo llegar a un punto medio entre ambos, sin que estas diferencias causen conflictos constantes.
Indice
Qué caracteriza a una relación sana de pareja
Realmente cada pareja puede tener una relación sana siendo cada relación de diferente manera, ya que el que una relación se perciba como sana, depende de las características de sus miembros y de cómo gestionen sus diferencias y del respeto mutuo.
Desde mi punto de vista, no es más sana una relación de pareja en la que sus miembros hacen todo de forma conjunta que una en la que lo hacen todo separados u otra en la que mantienen una parte de su vida en la que su pareja no está involucrada.
Dos personas pueden tener una relación sana haciendo cualquier cosa de las anteriores siempre que eso no genere malestar en ninguno de sus miembros.
Teniendo esto en cuenta ¿Qué es lo que a mi modo de ver cómo psicóloga caracteriza a una relación sana de pareja?
Capacidad para resolver conflictos y diferencias
Primero, no es cierto eso de que no se puede no pelear, lo que es cierto es que es bastante difícil que no se pueda no discutir, que no es lo mismo.
Una discusión no tiene por qué implicar agresiones verbales, incluyendo tonos de voz elevados o palabras ofensivas que pueden favorecer la aparición de una escalda en la que habitualmente no se termina resolviendo el conflicto, sino que aparecen otros que probablemente no sean tan importantes.
Lo que se relaciona con el punto siguiente.
Comunicación asertiva y afectiva
Esto implica que a la hora de comunicar cosas que nos disgustan, tengamos en cuenta cómo se va a sentir nuestra pareja a la hora de recibir ese comentario.
Muchas veces será inevitable provocar que la otra persona se siente mal, pero a pesar de ello, hay que comunicarlo.
No comunicar lo que nos molesta o hace daño, las necesidades que tenemos respecto a nuestra pareja no es tener una relación de pareja sana, es tener una actitud evitativa y pasiva en la relación, lo que suele acabar generando insatisfacción en la relación, entre otros sentimientos.

Comunicar las cosas de forma indirecta tratando de que la otra persona pille lo que estamos comunicando, es decir, adoptar un estilo comunicativo pasivo-agresivo, tampoco es sano. Puede dar lugar a confusión, incluso ansiedad, en el otro miembro de la relación.
Saber comunicar, conectando con las emociones de la otra persona, y haciendo el menor daño posible cuando hay que comunicar algo que pueda hacer daño forma parte de la responsabilidad afectiva, clave en las relaciones de pareja y de cualquier tipo.
Ejemplo:
“María tengo que comentarte algo y, de verdad, que mi intención no es hacerte sentir mal, pero es que hay algo que me está generando cierto malestar. Cada vez que viene un familiar a casa, siento que te centras más en la otra persona que en las cosas a las que habitualmente das importancia: dejas de lado cosas de casa, no me das muestras de afecto…De verdad, no quiero que te sientas mal por ello, sólo que trates de ser consciente de ello, pero bueno, realmente cuando viene alguien más de dos días, siento que me dejas a un lado y me gustaría que me prestaras algo más de atención, tanto a mi como a las cosas que solemos hacer de forma conjunta como las tareas domésticas: el planificar las comidas, tender la ropa juntos…”
Identificar los conflictos que realmente afectan a la pareja
Para que una relación de pareja sea sana es importante identificar qué cosas son las que están afectando personalmente a cada miembro y cuáles son las que inciden directamente en la relación de pareja.
Habitualmente, cuando los conflictos centrales no están bien identificados, a parte de no resolverse, las discusiones y enfrentamientos en la pareja son frecuentes.
Conflictos externos a la pareja
Los conflictos en una relación de pareja pueden venir dados por situaciones externas a la relación, por ejemplo que uno de los dos miembros tenga un problema en el trabajo y que esa situación externa le esté provocando un estado emocional y, que ese estado, afecte al otro por las consecuencias que supone: la persona está más irascible, se aísla, no tiene ganas de hacer cosas en pareja, etc.
Otras situaciones externas que pueden generar conflictos son las enfermedades o los conflictos con otros familiares o amigos.

El cómo afectan las situaciones problemáticas externas a la pareja en la relación, dependerá de diferentes factores como la importancia de la situación o la duración de esa situación.
Conflictos de pareja internos
Los conflictos de pareja a nivel interno son aquellos que tienen que ver con los que se dan debido a las características personales de cada miembro que afectan directamente a la relación.
Cuando dentro de la relación, cada uno de sus miembros tiene un punto de vista diferente respecto a cómo deben ser las cosas pueden aparecer conflictos, falta de comprensión y dificultad para llegar a un acuerdo o punto medio.
Ejemplo de conflictos de pareja a nivel interno podrían ser los derivados de la gestión económica, del tiempo que se pasa juntos, de las actividades que cada uno realizan en solitario, de la cantidad de afecto recibida y dada, de la necesidad de relacionarse con otras personas, de las actividades que se realizan de forma conjunta, la comunicación o expresión de uno de los miembros, las relaciones sexuales, la necesidad de ampliar la familia, de las relaciones con las familias de origen, la gestión de las tareas domésticas…
Identificar cuáles son las fuentes de conflictos más frecuentes y tratar de resolverlas llegando a un acuerdo, comprendiendo tanto a nivel afectivo como cognitivo tanto nuestra pareja como a nosotros mismos, es clave para evitar entrar en discusiones que lo único que hacen es aumentar el malestar sin resolver realmente el motivo que genera ese malestar en la pareja.
Comprensión, apoyo y respeto entre los miembros de la pareja
Entender cómo pueden afectarle a nuestra pareja, también a nosotros mismos, ciertas situaciones o circunstancias, permite que prestemos ese apoyo emocional necesario para afrontar situaciones que pueden ser dolorosas y que requieren paciencia, empatía y comprensión.
Por ejemplo, imagina que hoy tu pareja parece que no habla, o que está un poco borde o requiere de más espacio personal y no está tan afectiva. En lugar de centrarte únicamente en cómo te hace sentir eso, también es importante tratar de ver qué es lo que le está ocurriendo a tu pareja para que reaccione de ese modo.
Es decir, esa comprensión ayuda a que el estado emocional de la otra persona genere menos conflictos y malestar en uno mismo y en la pareja.
Retomando el ejemplo del trabajo:
Imagina que tu pareja lleva un tiempo muy estresada en el trabajo porque hay mucha carga, y ves que los últimos días la comunicación con ella ha disminuido y, aunque preguntes, sus respuestas no dan pie a ninguna conversación. Tal vez, el comprender cómo le afecta esto, ayude a que no le restriegues con malas palabras o con un tono de voz exigente el que te está dejando de lado o que no te está teniendo en cuenta. Probablemente estés más dispuesto o dispuesta a proponerle el realizar algo que le permita desconectar de la situación que le está afectando.

Funcionar como un equipo
Afrontar las dificultades que surjan como pareja y tratar de solucionarlas entre los miembros que la componen, pensando el uno en el otro, mejora las habilidades de solución de problemas y nos permiten conocer mejor a nuestra pareja.
Metas y proyectos en pareja y a nivel individual
Teniendo en cuenta el punto anterior, las parejas que funcionan como un equipo muestran mayor comprensión y se sienten más apoyados por su pareja.
Cuando uno de los dos tiene un proyecto a nivel personal, la otra persona está ahí para aportarle sus ideas o apoyarle cuando lo necesite. Participar en los proyectos de la otra persona aumenta la sensación de apoyo y hace que uno se sienta importante para el otro.
Al mismo tiempo, tener proyectos conjuntos y trabajar en ellos en pareja aumenta la complicidad y la sensación de unidad.
Además, las metas y proyectos conjuntos, en los que ambos miembros se involucran, mantienen a la pareja motivada a seguir hacia adelante y, compartir las mismas emociones, hace que la pareja se sienta unida tanto en momentos buenos, como malos.
Es importante que se tengan metas tanto en pareja, como cada miembro de forma individual.

Límites
Es muy importante también identificar cuando necesitamos espacio y en qué ámbitos tal vez necesitamos mayor intimidad.
No hay por qué compartirlo todo, hay parejas que comparten todo y que no mantienen ningún área desvinculada de la relación y hay otras parejas en las que estos límites sí están más definidos y el nivel de privacidad es mayor.
Ninguna de las opciones hace que una relación sea más o menos sana siempre que esos límites sean respetados por ambos miembros de la pareja.
El problema viene cuando uno de los miembros necesita más intimidad que el otro y el otro miembro no lo comprende, lo que puede dar lugar a conflictos.
Cada persona necesita un nivel de intimidad diferente para sentirse bien consigo misma. Respetar este espacio y saber hacer entender el motivo por el que es importante puede evitar la aparición de conflictos.
Consentimiento sexual
Es algo que parece evidente, pero no siempre se da.
Puede que los miembros que componen a la pareja no tengan las mismas necesidades sexuales y que, además, esa necesidad varíe en función de diferentes factores.
No forzar a nuestra pareja a mantener relaciones sexuales cuando no lo desea a través del chantaje, de hacerla sentir mal o utilizando la fuerza, es, sin lugar a duda, necesario para que una relación de pareja sea sana.
¿Cómo saber si estás en una relación sana?

Como conclusión y teniendo en cuenta lo anterior, podemos deducir que nuestra relación de pareja es sana si nos sentimos apoyados, si vemos que tanto el uno como el otro nos involucramos en proyectos comunes y respetan y apoyan nuestras metas personales, si compartimos momentos que generan emociones positivas, si nos sentimos respetados y comprendidos y si sabemos resolver los conflictos que surgen como pareja.
Escrito por Esther Blázquez Álvarez, psicóloga en Epsiba Psicología en Salamanca y psicóloga online por videoconferencia.