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Ansiedad: Cómo afrontamos nuestras preocupaciones
El Síndrome Cognitivo Atencional fue formulado por Wells con el objetivo de explicar el motivo por el que ciertas personas se quedan ancladas en el malestar emocional.
Establece una hipótesis según la cual la forma de responder a nuestras experiencias internas, es decir, a nuestros propios pensamientos y emociones, hace que ese malestar se mantenga.
El Síndrome Cognitivo Atencional es un modelo que trata de explicar el origen y el mantenimiento de algunos trastornos mentales y emocionales, como los trastornos de ansiedad o la depresión.
Este síndrome cognitivo está compuesto por:
- La rumiación
- La preocupación
- La atención fija o focalizada
- La evitación cognitiva y conductual
Estrategias que mantienen y originan la ansiedad y la depresión
La Rumiación
En la depresión y en la ansiedad el procesamiento de la información está orientado a detectar posibles peligros, así como hacia la valoración de uno mismo.
Este procesamiento se refleja cadenas de pensamiento de tipo rumiativo como por ejemplo “¿Y si resulta que ocurre tal? ¿Por qué me pasa sólo a mí?”

El diálogo interno
No es extraño que en algunas ocasiones, ante ciertas situaciones, como por ejemplo el rechazo de un proyecto muy importante en el que hemos invertido mucho esfuerzo, nos digamos a nosotros mismos que no valemos para nada.
Lo que estamos haciendo es generalizar: a partir de algo que nos sale mal o ante una situación que nos supera, trasladamos esos resultados o esas sensaciones a otras situaciones que nada tienen que ver.
El tiempo que dedicamos a darle vueltas a una idea
Seguramente nos hayamos atribuido esa etiqueta tipo “no valgo para nada”, “soy realmente idiota” o “soy incapaz de afrontar esto” en alguna ocasión a lo largo de nuestra existencia. Sin embargo, al cabo de unas horas, normalmente dejamos de darle vueltas a eso que nos hemos dicho de forma automática.
La diferencia entre las personas que acaban desarrollando un trastorno de ansiedad o depresión y las que no, es que las primeras continúan centrándose en ese pensamiento auto-referencial: “realmente soy incapaz”, además buscan situaciones pasadas que les confirmen esa idea que tienen de sí mismas.
Es decir, una de las cosas que determinan la aparición y el mantenimiento del trastorno de ansiedad o depresión es la transitoriedad de las ideas, creencias o valoraciones acerca de uno mismo, de los demás o del funcionamiento del mundo que nos rodea.
La influencia del estado emocional en las valoraciones
Además cuando realizamos una evaluación acerca de nosotros mismos al estar bajo la influencia de un estado de ánimo ansioso o decaído, tendemos a valorarnos en función de ese estado de ánimo.
Por ello no es de extrañar que haya una distorsión en las valoraciones que realicemos ya que se se ven influidas por ese estado anímico en el que nos encontramos.
La rueda que no para de girar

De este modo, centrarnos en ese primer pensamiento derivará probablemente en otros pensamientos asociados a ese mismo estado de ánimo o emoción. Esto es la rumiación cognitiva descrita anteriormente.
Cuando una persona con ansiedad o depresión se pregunta a sí misma “¿Por qué me encuentro así? “ Se atribuirá a sí misma una serie de características acordes a su estado de ánimo llegando a conclusiones negativas sobre uno mismo y creando a su vez desesperanza e incertidumbre hacia el futuro, y esa incertidumbre es de carácter negativo, ya que es percibida en forma de amenaza.
Según el modelo de Wells, esta fijación atencional que da lugar a la rumiación, es una estrategia que utilizan las personas que acaban desarrollando trastornos psicológicos asociados a la ansiedad o la depresión.
Es esa misma estrategia es la que acaba manteniendo el trastorno.
La preocupación
En los trastornos de ansiedad, este estilo de pensamiento centrado en la posibilidad de amenazas monitoriza toda la información disponible en busca de posibles peligros.
Este monitoreo es la estrategia que utilizan las personas ansiosas para enfrentarse a las amenazas.
Pero si una persona para enfrentarse a una amenaza busca otros posibles peligros para enfrentarse a ella, lo más normal es que nunca deje de ver más y más señales de amenaza.
De este modo, esta forma de procesar la información mantiene a la persona en un bucle que le hace permanecer alerta en busca de posibles peligros.
La atención selectiva
Las personas con trastornos de ansiedad o depresión tienden a descartar estímulos o señales positivas que les indiquen que las cosas van mejor o que eso que creen que puede ocurrir no va a suceder.
A esto es a lo que se llama atención selectiva.
Si fijamos nuestra atención únicamente en potenciales señales de peligro nuestro cuerpo estará en un estado constante de activación, dando lugar a los síntomas de ansiedad y generando más sensibilidad ante la percepción de posibles peligros potenciales.
Por qué se descarta la información que les indica que ese peligro no está
Al centrar la atención en las posibles amenazas e ignoramos la información que las descarta, las creencias sobre la presencia de un peligro se ven reforzadas, lo que hace que a su vez evitemos enfrentarnos a las situaciones temerosas y que así no podamos invalidar esa creencia de peligro.
En resumen, anticipar posibles amenazas, fracasos o peligros, puede hacer que la persona evite exponerse a las situaciones temidas y así no puede desconfirmar que lo que teme no ocurrirá.
Por tanto cuando evitamos enfrentarnos a acciones o situaciones que pueden tener consecuencias negativas nos estamos privando al mismo tiempo de experimentar consecuencias positivas, lo que refuerza el estilo de pensamiento ansioso y depresivo.
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