Últimamente veo que se habla en diferentes medios sobre el llamado síndrome del impostor, sobre todo haciendo referencia a la mujer, el síndrome de la impostora.

Según se lee, puede parecer un síndrome referido a personas que se dedican a engañar sobre sí mismas a los demás dando una imagen falsa sobre sí mismos. Pues realmente el síndrome del impostor es justo todo lo contrario.

Indice

¿Qué es el síndrome del impostor? 

El síndrome del impostor afecta a aquellas personas que se perciben a sí mismas como personas poco válidas en diversos ámbitos, sobre todo a nivel profesional, aunque realmente no haya nada que demuestre que no se es apto para esa actividad.

Esa percepción de baja capacidad, unida al temor a que esa incompetencia se descubra, mantenida en el tiempo es lo que define el síndrome del impostor.

Hay una incapacidad a la hora de atribuirse los méritos obtenidos a uno mismo. Las personas que padecen el síndrome del impostor atribuyen sus éxitos profesionales a factores externos que no tienen que ver con sus propias capacidades y de ahí el temor a que otras personas descubran que es un fraude.

¿Cuáles son las características del síndrome del impostor?

A nivel cognitivo, aparecen pensamientos negativos en torno a la capacidad de hacer bien el trabajo. Hay una sensación de incapacidad a la hora de realizar las tareas o a no hacerlas tan bien como lo que los demás esperan.

Aparece el temor a que le tomen como a un impostor, a que le vean como a una persona a la que le han regalado sus méritos, y a que, por tanto, no sea el experto que se espera que cubra ese puesto de trabajo.

El perfeccionismo o la obsesión por el trabajo también es una característica de las personas que presentan el síndrome del impostor. Este perfeccionismo les lleva a dedicar más tiempo del establecido para la realización de tareas.

Estas características generan consecuencias si se mantienen en el tiempo. Esas consecuencias pueden variar de una persona a otra y en función del tiempo en el que permanezca la persona en ese estado.

Consecuencias de padecer el síndrome del impostor

La baja autoestima subyace a muchos problemas emocionales y mentales, también a este. Pero además la permanencia de este estado de elevada autoexigencia, las comparaciones con el resto de compañeros o de trabajadores de ese sector y la obsesión por la perfección (que por cierto, quien tiene esta obsesión, es rarísimo que vea que algo que salga de uno mismo esté perfecto), disminuyen más esa autoestima.

La ansiedad también es una de las consecuencias derivadas de lo anterior. Aparece a la hora de presentar ciertos trabajos, cuando se van a casa y se cuestionan lo que han dicho o hecho en el trabajo, el estar alerta por temor a ser descubiertos como farsantes expertos, etc.

La depresión aparece, no sólo por la percepción de baja capacidad, también por el hecho de que dedicar tanto tiempo y esfuerzo al trabajo, debido a ese temor de no ser tan bueno como los demás creen que uno es, muchas veces hace que estas personas descuiden el resto de aspectos de su vida y se centren y valoren únicamente en base a cómo se perciben a nivel profesional. 

También puede aparecer la evitación de ciertas actividades o de ciertas personas dentro de la empresa o la procrastinación a la hora de hacer ciertas tareas en las que la persona se ve en peligro de ser descubierta como un fraude.

¿Cuándo se convierte el síndrome del impostor en un problema?

No es tan extraño sentir que uno no está a la altura del trabajo que uno tiene. 

Sentirse inseguro respecto a las capacidades que tenemos a la hora de enfrentar nuevos retos laborales o de cualquier otro aspecto vital entra dentro de lo normal cuando empezamos a asumir ese nuevo papel. 

El problema viene cuando esa inseguridad se mantiene en el tiempo afectando a veces al rendimiento en el trabajo y al ámbito personal generando ansiedad, malestar y, cuando se alarga todavía más en el tiempo, síntomas de carácter depresivo.

La mayoría de las personas acaban superando esa sensación inicial de no estar preparadas, de haber cometido un error al haber entrado en una nueva profesión. El síndrome del impostor no es una simple sensación de inseguridad, es un conjunto de características que se van desarrollando con el paso del tiempo y que pueden prevenirse con una intervención psicológica temprana. Si crees que puedes estar en riesgo de desarrollar este problema, solicita asesoramiento psicológico, como dice el refrán, es mejor prevenir que curar. Y es que un pequeño problema es más fácil de solucionar cuando aún no se ha asentado del todo.

En Epsiba Psicología estaremos encantados de echarte una mano para superar esta situación.

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Escrito por Esther Blázquez Álvarez, psicóloga en Epsiba Psicología


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